A ver, los chicos se quejan porque somos complicadas, porque para llegar del punto A al B nuestra mente crea mil y un caminos, cuando para ellos es tan simple como caminar de un lado al otro en línea recta, sin escalas y sin distracciones en el camino.

Puede que tengan razón, pero eso no significa que para nosotras entender su raciocinio sea tan fácil como elegir qué comer en una pollería. No, señor. No tienen idea de la cantidad de veces que me he devanado el coco tratando de entender por qué, ¡por qué los hombres se comportan así!.

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